(Zahara de los Atunes, 1948 - Córdoba, 1984) Torero español. Era hermano
de otro matador, José Rivera Pérez ("Riverita"), y padre del torero
actual Francisco Rivera Ordóñez. Su debut tuvo lugar en Barbate, el día
16 de agosto de 1962, fecha en la que se enfrentó con reses de Núñez
Polavieja. A partir de entonces, su valor y su conocimiento natural de
las reacciones del ganado bravo difundieron su nombre de principiante.
En 1964 intervino en su primera novillada en la plaza de toros de Cádiz.
Tomó la alternativa en 1966, en la plaza Monumental de
Barcelona. Acabada en España la temporada de 1967, se desplazó a tierras
hispanoamericanas, donde dejó buenas muestras de su valor y su oficio
de lidiador poderoso y curtido, a pesar de su corta experiencia. Tras
haber toreado en Perú, Colombia y Venezuela, regresó a España para
emprender la campaña de 1968 en los puestos cimeros del escalafón.
Si
bien no era Paquirri un diestro llamado a renovar los fundamentos
estéticos del toreo, su valentía, su serenidad delante de los toros, su
perfecto dominio de todas las suertes (incluida la de banderillas) y, en
definitiva, su extraordinario conocimiento del comportamiento de las
reses bravas lo anunciaban como una de las grandes figuras del momento.
Convertido en una figura consagrada, durante la década de los setenta
cosechó innumerables éxitos por todas las plazas españolas, a pesar de
que no gozaba de toda la complacencia de los aficionados más pendientes
de la estética del toreo (quienes, sin embargo, no podían menos que
reconocer las facultades de Paquirri para someter a cualquier tipo de
toro).
En 1973 se vistió de luces en setenta
ocasiones; en 1974, intervino en ochenta y un festejos; y en 1975, a
pesar de la grave cornada que sufrió en Sevilla el día 16 de mayo, llegó
a cumplir setenta y cuatro ajustes. Durante 1978 hizo sesenta y un
paseíllos, que aumentaron a sesenta y tres en 1979, año en el que
alcanzó la cima de su carrera taurina. En efecto, el día 27 de abril de
dicha temporada salió a hombros por la Puerta del Príncipe de la Real
Maestranza de Caballería de Sevilla, después de haber enjaretado una
espléndida faena a una res procedente de las dehesas de Torrestrella; y
antes de que transcurriera un mes (el 24 de mayo de aquel mismo año)
volvió a triunfar ante la afición, que lo sacó a hombros a través de la
Puerta Grande de Las Ventas.
En la década de los 80 el número de festejos en los que
participaba fue decreciendo. El 30 de enero de 1983 fue corneado en la
plaza de Santamaría (Bogotá) por un astado de la ganadería de Icuasuco,
que le produjo una herida de seria consideración en el muslo derecho, de
resultas de lo cual tan sólo pudo vestirse de luces en treinta y siete
ocasiones en el transcurso de aquella campaña.
Monumento a Paquirri en la Plaza de toros de Pozoblanco |
Corneada de Paquirii |
El día
26 de septiembre de 1984, en la plaza de Pozoblanco, el cuarto toro de
la tarde le infirió una tremenda cornada en el muslo derecho, justo
cuando Paquirri lanceaba de capa para ponerlo en suerte durante el
tercio de varas. En la misma enfermería de la plaza se intentó contener
la hemorragia y reparar el destrozo arterial; pero, ante la gravedad del
percance, los doctores decidieron el traslado urgente al hospital Reina
Sofía de la capital cordobesa. Durante el traslado en ambulancia, el
estado de Paquirri empeoró considerablemente, por lo que se decidió
conducirlo hasta el Hospital Militar, que quedaba algo más cerca. Al
llegar allí, los facultativos sólo pudieron certificar el fallecimiento
de Francisco Rivera, óbito que causó una conmoción general en todo el
país.
Su muerte se vio desmesuradamente amplificada
por la enorme popularidad de que gozaba el diestro en toda España y en
muchos países hispanoamericanos, así como por la fama que entonces
aupaba a su joven viuda, la tonadillera sevillana Isabel Pantoja.
Anteriormente, el malogrado espada había estado casado con la hija del
torero rondeño Antonio Ordóñez Araujo, Carmen Ordóñez, con la que había
tenido un hijo que, andando el tiempo, se convertiría en matador de
toros y luciría en los carteles dos apellidos de tanta solera taurina
como Rivera Ordóñez.
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